El proceso de carga del horno es meticuloso y requiere experiencia. Las piedras se colocan en capas, llamadas «ruedos», de tamaño creciente, formando una bóveda falsa. Esto permite que el fuego circule de manera uniforme, asegurando una calcinación completa. Las piedras más grandes se colocan en el centro del horno, donde la intensidad del fuego es mayor, mientras que las más pequeñas se utilizan para formar la base y asegurar que se quemen adecuadamente. La carga debe realizarse de manera que se maximice la eficiencia del calor y se minimicen las pérdidas, sellando bien los espacios entre las piedras para evitar fugas de calor.