Una vez completada la calcinación, el horno se deja enfriar durante varios días. Este proceso de enfriamiento es crucial para evitar daños a la cal viva recién producida. Las piedras que han sido calcinadas se extraen cuidadosamente del horno. Las piedras que no se han quemado adecuadamente se descartan. La cal viva, ahora lista para su uso, puede ser hidratada con agua para convertirla en cal apagada, un material utilizado en diversas aplicaciones de construcción.